“Oye Draghi, (habla el ministro de finanzas alemán Schäuble), tienes que hacer algo, decir alguna cosa, porque nuestros socios del Mediterráneo se creen que todo el monte es orégano y que les vamos a salvar la vida.” Contesta Dragui (en inglés), “OK”. Y Draghi se va a la prensa y exclama, “el banco central no está para resolver los problemas internos de los países del euro.” De inmediato, sube la prima de riesgo y vuelve a hablarse del intenso peligro de supervivencia al que está sometido la moneda europea. Zozobra y tremenda inquietud en Italia, España y otros países aquejados por este virus maligno.
Guindos se va a Berlin y Schäuble le recibe con una sonrisa y buenas palabras. Alemania está a favor de las medidas de contención aprobadas por nuestro país. Pero como los mercados siguen sin enterarse, Schäuble vuelve a llamar a Draghi, ahora con otro mensaje. “Draghi, tienes que calmar a los inversores internacionales. Tú, mismo. Seguro que lo haces bien”. Draghi vuelve a contestar con un “OK”. Quien manda, manda. Y hay que obedecer.
Y Draghi dice ahora, “El banco Central hará lo que sea para salvar al euro.”. Con la frase ya hay bastante. Los mercados se tranquilizan. Los ánimos vuelven a serenarse. La prima de riesgo española baja y las bolsas se encaraman con una gran subida.
Sí, la montaña rusa. Pronto estas idas y venidas nos van a dejar insensibles. Lo están haciendo ya. Por el convencimiento que empezamos a tener,- que ya estamos teniendo-, que nadie en la Comunidad Económica europea tiene interés en los divorcios y en las separaciones.
Y que para que todo siga igual, para que Italia, España, Portugal, Irlanda sigan en el euro, se hará lo que haga falta.
Buen verano.