Ciento doce mil millones de euros es la cifra, casi fatídica, de créditos que Alemania ha otorgado a países en crisis de la unión europea. Quizá esta enorme suma contribuya a comprender el porqué el ministro de finanzas alemán, le ha contestado a George Soros, que no están dispuestos a abandonar la moneda única para volver al marco. Pero como que el realismo siempre se acaba imponiendo, aunque a veces sea tarea incómoda e ingrata, Schäuble tendrá que reconocer algún día que estas deudas no podrán pagarse nunca. Y que esto, es así de evidente, lo prueba el hecho de que en Francia el malestar económico esté creciendo de manera preocupante, de que sus presupuestos no vayan a cumplirse y que este panorama sea extensible a España, Italia, y por supuesto a Portugal y Grecia. Si Alemania deja el euro,- es un comentario que hice hace pocos días en esta misma columna,- se va a encontrar con la enorme dificultad que va a suponer el que no le paguen lo que le deben. O le vayan pagando con euros devaluados. El dilema por tanto tiene dimensiones históricas. Recuerdo la máxima que se explica, cuando de deudas bancarias se habla. “Si es de menor entidad, el problema es del deudor, si la deuda es grande, el problema es del banco.» Y con el euro y con las dificultades de tantos países deficitarios de la Unión, el problema es también de Alemania. Y la cuestión radica, en que si en la actualidad los costes financieros de mantenerse en la Unión Europea ascienden a 112.000 millones de euros, ¿Cuál va ser la cifra dentro de 2,3,4 años?. ¿200.000 millones?. Angela Merkel y su Ministro de finanzas deben haberse preguntado ya más de una vez:¿Nos quedamos o nos vamos?. ¿Lo de la unión monetaria un fiasco de proporciones gigantescas?.
Pues sí. Si la política del Banco Central europeo no cambia de manera más contundente y los alemanes, holandeses, austríacos, finlandeses, no se prestan a hacer cambios en su Estatuto, mal van a seguir funcionando las economías. Y vamos a llegar a un punto de no retorno. De desconfianza mutua, de escepticismo e incredulidad ante la idea de hacer una Europa más integrada. Con la crisis económica nos vamos a llevar por delante muchas de las esencias europeas compartidas por tantos ciudadanos.¿ Y quien habrá sido el responsable?. ¿Los políticos que soñaron en el ideal de una federación europea y avanzaron los pasos en la creencia que una moneda fortalecería la unión?
Sí, se equivocaron. Y ahora hay que enmendar este gravísimo fallo. Empieza a ser urgente. Porque en las casas, en los hogares de la gente sin empleo y sin esperanza se está perdiendo la paciencia.
Y no es bueno que salgan a la calle.
Y han empezado a salir.