Hablemos de economía. Porque la política estos días parece pura ficción.
La Reserva Federal americana ha cerrado el grifo del dinero. Janet Yellen, que ha sucedido a Ben Bernanke a la cabeza de la institución ha decidido dar por terminada la política del llamado «quantitative easing». En pocas palabras, ampliar la masa monetaria, comprando deuda pública y manteniendo por los suelos los tipos de interés.
Voy a explicarlo de otra manera. La Reserva Federal ha sido el primero y principal instrumento utilizado en los USA, para levantar la economía después de los episodios de Lehman Brothers y el descalabro bursátil de la segunda mitad de la pasada década. Gracias a que el banco central inundó de dólares al mercado, la economía norteamericana resurgió de sus cenizas, generando en estos últimos años unos niveles apreciables de crecimiento. Y lo más curioso. Todo ello se ha llevado a cabo, con unas cotas muy bajas de inflación.
Y digo que es curioso porque lo sucedido ha constituído casi una excepción en el orden económico. Si aumenta la masa monetaria, la cantidad de dinero en circulación, parecería que la consecuencia inmediata debería ser una mayor inflación. Pero, no. Era tal la capacidad ociosa en el sistema productivo de los Estados Unidos, que ha podido generarse una mayor actividad económica, durante un período bastante largo, sin que se produjeran tensiones en los precios. En esto los americanos han sido muchos más valientes que los europeos. El Banco Central europeo, habría podido hacer algo semejante. Y posiblemente los precios se habrían contenido. Pero el histórico temor de los alemanes a la inflacion, abortó siempre los intentos que se realizaron. Ahora mismo, Draghi ha vuelto a afirmar que el Banco Central Europeo iniciará una política de compra de bonos. Pero veremos hasta dónde llega.
Y mientras los Estados Unidos ya están de vuelta del «Quantitative Easing» y la economía vuelve a cabalgar, nosotros en Europa lo estamos pensando. Y lo estamos pensando cuando por otra parte hay voces que hablan de recesión. De que los motores de la economía europea, con Alemania como timonel, empieza a renquear.
No hay duda. Los norteamericanos son más rápidos, más eficaces, más realistas. Aquí nos perdemos en debates, en discusiones estériles, tratando de buscar o encontrar equilibros imposibles.
Y el tiempo pasa.
Y no avanzamos.