Sanchez lo tiene difícil. Muy difícil. Contaba con dos bazas, que tenía que jugar con cierta audacia, inteligencia y astucia. Contemporizar con los independentistas. Hacer ver que no sentía, que no oía las continuas embestidas de los herederos del «procès» y creer o pensar que llegaría a una suerte de convergencia con ellos. Así se diferenciaba de Rajoy. Y también de este modo podía llegar al final de la legislatura. El votante podía premiar sus esfuerzos por buscar salidas al contencioso catalán y también darle el triunfo en las elecciones parlamentarias. Para ello estaba dispuesto a ofrecer unos Presupuestos, -una vez más, sociales-, de un color fuerte, intenso.
Pero estos cálculos se han desvirtuado. O se están desvirtuando de forma apresurada. La debacle en Andalucía le está diciendo que el camino que está siguiendo puede conducirle a la derrota en las generales. Si sigue con una política contemporizadora en Catalunya, esto va a dar alas a Vox, que continuará ganando adeptos. Por otra parte difícilmente podrá reprochar a la derecha que utilice los votos de esta formación para afianzar unas mayorías, cuando tiene a Podemos como a su natural aliado.
Demasiados equilibrios son los que tiene que hacer constantemente Sanchez. Así es muy complicado mantenerse en el poder. Y con la dificultad añadida que esta inestabilidad genera un mayor desgaste en el cuerpo electoral.
¿Qué hacer entonces?.Imagino que ya se ha considerado. Si no hay presupuestos, entonces elecciones. Aprovechar el margen que aún queda de inercias positivas, para convocarlas con algunas esperanzas.
Pero la sombra de Vox es alargada. Y PP y Ciudadanos,- están vez irán juntos-, al acecho.