La única realidad, la única verdad,ahora que termina el año, es que Catalunya sigue dividida. Los catalanes no somos un solo pueblo. Somos dos. Y esto debilita a Catalunya. ¿Es esto lo que queremos? ¿Sabemos a dónde vamos? ¿Es éste nuestro destino? ¿Es esto lo que nos hace felices?
Me pregunto si estamos condenados a seguir por este camino en los albores de este 2020. Si no existe entre nosotros la capacidad, ni la fuerza para rebelarnos. Por una situación que nos lleva a la desgracia y a la frustración.
Hasta hoy la contestación ha de ser negativa. Claro que lo que sucede no es nuevo. Lo sabemos. Se ha repetido a lo largo de la historia. Y nunca, nunca los trances que se vivieron tuvieron un buen final.
Uno de los volúmenes de la obra completa de Josep Pla, se llama, «Prosperitat i rauxa de Catalunya.» Y dice en su introducción Pla, » El título de este libro que podría parecer arbitrario, quizá no le sea tanto, si pensamos que todos llevamos dentro, esta prosperidad y esta rauxa , que nos caracteriza y que frecuentemente queda reflejada en situaciones y personajes que deambulan por estas páginas..»
Lo decía Pla en 1976 al referirse a pasajes de sus artículos escritos a inicio de la década de los 20.
Han pasado cien años desde entonces. Y no hemos cambiado. Seguimos en la misma máxima. Catalunya es un país prospero, amenazado siempre por rasgos, por destellos de irracionalidad. Y no dudo hoy en afirmar que el grado de irracionalidad de los que mandan en nuestras instituciones supera con creces a sus deseos y a su voluntad de prosperidad.
Y no veo que el viento amaine. Que se haga una confesión sincera de pasados errores y un firme propósito de enmienda. Al contrario. Se sigue persistiendo en unos objetivos inalcanzables, con el fin de mantener el poder.
Mientras tanto la situación seguirá afectando a la deseada «prosperidad» de la que habla Pla. No hace falta insistir en ello. La «rauxa» está barriendo a la «prosperidad», cuando la Caixa y otras grandes empresas se van de Catalunya. Cuando perdemos importancia e influencia frente a otras zonas más prósperas del Estado español.
No, aunque lo deseo fervientemente, no contemplo el inmediato futuro con optimismo. Seguiremos divididos. Sin establecer entre nosotros un diálogo que permita superar los dogmatismos que hoy impiden el acercamiento.¿Que ha de ocurrir, para que algún día Catalunya hable con una sola voz?. ¿Para que los llamados «independentistas» y «constitucionalistas», se sienten, -como catalanes, todos que son,-buscando el pacto y la concordia?. ¿O es que ya hemos llegado tarde?.
Sí, me resisto a creerlo.
Pero podría ser.