Ya se que me vais a decir que ya está todo dicho. Que todo va a ir muy mal. Y que se avecina un año tremendo, también para olvidar. Que no hay solución.
¿Cierto? Pues depende. ¿Del Gobierno?. Pues, sí en gran parte. La actuación del sector público en épocas de crisis es fundamental. Y no es ninguna novedad. Que el Estado tiene que gastar más, para que la economía no se derrumbe, tiene mucho que ver con el sentido común. Y en cambio en este año que termina, el ejecutivo de Sánchez no ha hecho lo que debía.
En gran parte, yo pienso, porque muchos de sus ministros no creen demasiado en la iniciativa privada. En el motor de la creación de empleo que depende mayormente de la asunción de riesgo por parte de empresarios y autónomos.
Si este principio, el de la iniciativa privada, lo hubiera tenido muy interiorizado el gobierno, habría llegado a la conclusión, -ya cuando se produjo el primer confinamiento-, que la única alternativa existente para mantener la coyuntura era inyectar dinero, vía transferencias, a las empresas. Simplemente, con el fin de mantenerlas vivas. Y porque si se tomaba esta decisión, ello contribuiría a paliar una próxima crisis y a preservar que en un futuro más o menos cercano, estas empresas pudieran seguir pagando impuestos. Además las transferencias propiciaban también el que el consumo no quedara muy perjudicado por la pandemia. En definitiva se trataba que el papá Estado, procurara que el Covid 19 no hiciera un gran daño a la economía. Y que las transferencias, no eran en absoluto un regalo, que se hacía al sector privado, sino una medicina para que el paciente no desfalleciera, no dejara de existir.
Sí, recuerdo que se argumentaba que lo de las transferencias, bien. Pero no a las empresas «zombies». Pero esta afirmación tenía muy poco sentido. Porque una empresa que no mantiene una actividad regular durante unos meses, puede convertirse en «zombie». Porque la falta de liquidez no perdona. Aunque la empresa en condiciones de normalidad pueda ser perfectamente rentable.
Pues ahora cuando vamos a transitar por un nuevo año, sucederá más de lo mismo. Mientras las vacunas no cumplan con amplitud su cometido, la economía se irá tambaleando. A menos que el Estado asuma que las transferencias son inevitables. A menos que los responsables del gobierno que se ocupan de estos quehaceres, no entiendan que la única alternativa es hoy por hoy un mayor endeudamiento público. Y más, contando con el gran aliado que es el Banco Central europeo. ¿Que, cuánto dinero suplementario vamos a necesitar?. Contesto: del orden de cien mil millones, serían suficientes, si se repartieran, bien. Y esto al margen de los primeros veintitantos mil que vendrán de Bruselas. Con aquella suma tendríamos, para seguir tirando. Para frenar la sangría de la desaparición de empresas.
Me direis que lo que estoy diciendo es muy elemental. Que así, dando dinero, es fácil arreglar los problemas. Pues sí, pero hoy por hoy, es lo que hace falta.
Porque si no, ya me explicareis también, como se arregla el problema tan gordo que tenemos.