Imagino estaréis de acuerdo conmigo que si el rey Juan Carlos se hubiera ido a ver al de Marruecos para intentar solventar la última crisis, posiblemente los resultados habrían sido positivos.
Esto lo hizo el rey en otras ocasiones durante todos estos años en los que los problemas y las incidencias con Marruecos han sido bastante frecuentes. Y no salió mal. Lo que sucede ahora es que no hay interlocutor al suficiente nivel que genere también la necesaria credibilidad en algunos frentes para abordar los problemas que tenemos.
Esta credibilidad no la tiene tampoco Felipe VI. Imagino que el rey Mohamed puede reprocharle el que haya permitido a su padre abandonar España. Para este género de relaciones, negociaciones o componendas, -como queráis llamarle- el rey emérito prestó unos grandes servicios al país. Servicios que tenían por supuesto que haberse puesto en valor a la hora de forzar su salida. Lo he escrito aquí más de una vez.
Pero es que además, después de lo sucedido con la fiscalía y el resultado de las investigaciones llevadas a cabo, se puede llegar a la conclusión que nos hubiéramos podido haber ahorrado el relato de unos y otros en torno a las llamémosle, andanzas del rey.
Que ahora Juan Carlos no quiera volver, es de lo más comprensible. Y no nos beneficia en absoluto. A la propia marca España.
Pero es lo que tenemos. Y así nos va.
20 de marzo de 2022